martes, 27 de julio de 2010

Julio 28 de 2010

Es más que el tiempo, es lo que el camino dejó en mí, es lo que la vida hace en las personas, dime ¿maduro o me marchito?, cada vez soy más gris y tu no dices nada, tu ni siquiera lo notas, créeme, solía ser diferente, no así de gris… son mis pensamientos, mueren dentro de mí esperando salir, esperando que los oigas pero, perdón, no puedo; les temo, te temo, temo a lo que puedas pensar de mí, a lo que pueda yo pensar de mí… ¡sí! Soy patético, solo que no quiero que te des cuenta.
Perdón por esto, pero hay momentos en que no puedo más, que me duele solo verte vivir, tengo que hacer algo conmigo, vivir a través de ti es algo que definitivamente no funciona; dime ¿para dónde va mi vida?, ¿sabes?, yo no, de hecho, me agobia darme cuenta que carezco de eso. Lo que yo llamo vida no son más que intentos desesperados, y frustrados desde luego, de lograr que algo fuera de mí mundo, lejos de lo que soy pase, y excusas estúpidas que es lo único que tengo para aferrarme y ponerme de pie… otra vez, siempre me pregunto ¿para qué?, pero no concibo no hacerlo. De pronto eso es una vida, sino que aun no lo entiendo.
Perdón, yo entiendo, así es como tienen que ser las cosas, no hay razón para que sean diferentes, cállate, no tienes que decir nada, no tienes siquiera que escucharme… de hecho, no sé porque sigues aquí, no sé porque no has huido, pero, ¡gracias¡ y por favor no lo hagas.

domingo, 18 de julio de 2010

Julio 19 de 2010

Y cuando no hay nadie más aquí, cuando nadie más lo entendería o lo soportaría, cuando eres el único con el que no quisiera no hablar, quedas tú, el único tan patético como yo, ven Pepe Grillo te contaré una historia de un hombre cuyo nombre nunca nadie supo y nuca nadie se intereso en saber; era un hombre diferente, pero no en el buen sentido, él era extraño, tenia lo que tenían los demás, pero carecía de todo, de cualquier cosa que lo haya podido hacer especial. Era solo, nunca nadie se interesó en conocerlo, él moría por alguien, pero también moría de miedo, miedo de hacerlo, de la gente, y sobre todo de él mismo.

(PÁRRAFO INEXISTENTE)

Luego de un tiempo, no recuerdo cuanto, apareció en el pueblo un aviso invitando a un entierro de un hombre que ni yo ni nadie nunca conoció, cuyo nombre ni yo ni nadie recuerda; nadie notó el acontecimiento, a nadie le importó y, a nadie tenía por qué importarle.
“A quien le pueda interesar, aquí yace mi miedo y mi soledad, tan entrañables como siempre, mis pensamientos, hechos un nudo al redor de mi garganta; aquí yace todo lo que quedó de mi vida. Aquí solo hay un hueco, aquí no hay nada.” Eso es lo único que recuerdo, un epitafio en una lápida que no espera visita, que nunca nadie ha visitado y que nunca nadie lo hará.