lunes, 12 de diciembre de 2011

12-12

Atado a las letras indelebles de un renglón eterno que no acabaré nunca de leer, que ya no interesa siquiera intentarlo, que lleva años guardando el mismo silencio, siempre igual, repetitivo y permanente. Sin desenlace, sin ni siquiera un nudo, solo lleno de eso que pienso cuando no estoy acá, cuando cierro los ojos y no me veo; de nada realmente.

martes, 9 de agosto de 2011

El siempre supo qué decir, pero a esas alturas ya no importaba lo que tenía escrito.

De repente sintió su garganta seca y pasó saliva. En ese momento se dio cuenta que no era un dolor lo que tenía en la garganta, era un nudo, uno grande y ciego.
Pasó saliva 2 veces más hasta qué entendió lo que al parecer su nudo ya tenía claro; Él ya había hablado, había hablado por los dos, ya no importaba lo que tuviera por decir, ya no importaba cuanto lo había ensayado. Porque ya no importaba lo que sentía.
Y como si estuviera en otro lado, como si estuviera en otro momento todo a la vista se distorsionó, y vio algo que creía olvidado, era el mundo a través de sus lágrimas, ahí fue cuando entendió, cuándo entendió todo. Que no lo querían, que no tenían porqué, que tenía que huir, que ese iba a ser el último abrazo que le daría y que si no lo soltaba en ese instante, inevitablemente, iba a romper en llanto en su hombro; y como nunca le gustó que lo vieran llorar, hizo de tripas corazón y se fue.
Caminó muy rápido, lo más que pudo, creyendo que caminando rápido y mirando al piso nadie iba a ver sus lágrimas.
Lloró todo el camino, no se le acabaron las lágrimas.
Es que las lágrimas nunca se acaban con la esperanza.

jueves, 4 de agosto de 2011

Me plantó.

Tres y treinta y pico de la tarde. La esperé cinco minutos y no llegó. Le di cinco minutos; me di cinco minutos y huí.
Estoy a la vuelta de la esquina, no sé qué espero (porque se las respuestas caídas del cielo no llegarán); la espero a ella, a ver si con ella llegan las respuestas. No se cuales respuestas, no se respuestas a qué pero espero que lleguen.
El miedo es más fuerte que las ganas de ir y que el viento del que me refugio en esta esquina, sin embargo no me he ido, algo muy adentro de mí no se quiere ir, debe ser lo mismo que se aferra a ella como a un salvavidas, como si mis problemas tuvieran algo que ver con ella. Como si alguien más pudiera solucionar mis problemas conmigo mismo, como si mis problemas no fueran yo mismo.
No sé qué hacer. No sé si seguir esperando, no sé si ella me vaya a decir lo que quiero oír.
Tengo miedo, de lo que le vaya a decir, de lo que no le vaya a decir, de lo que ella me vaya o no a decir.
Tengo miedo de agotar ese último único recurso que me queda. Tengo miedo de no ver la vida jamás.
¿Qué le voy a decir? ¿Qué no lo quiero perder? ¿Qué lo amo? ¿Qué no soy normal? (estoy seguro que para ese entonces ya o habrá notado) ¿Qué tengo vergüenza de mí, de ir y de no poder? ¿Qué vine a desnudarme para ella, a denudar mi alma, mis miedos, mis recuerdos y lo que no quiero recordar para que me diga que hacer conmigo? ¿Qué vine a que me enseñe a vivir y a que me muestre en dónde se empieza?

jueves, 16 de diciembre de 2010

12:50

Perdóneme caballero, ¿sería mucha molestia si lo tomo del hombro y me enseña la salida?, estoy cansado ya de no encontrarla.
Es que a esta edad las cosas ya no son tan fáciles, usted no entiende y no tiene por qué ...esté feliz de no hacerlo.
Ya las cosas no son iguales, ya no veo, ya no puedo caminar por mi mismo, ya no tengo a nadie, Ya no tengo en qué creer. ya a esta edad no se tiene nada mas que las derrotas al hombro y la conciencia de la irreprabilidad. Ya es solo esperar la hora por que ya se perdió la esperanza.

Maldita esperanza. Desde ese día no hago más que disimular las lagrimas y el olor a cigarrillo.
Es que, caballero, sólo el que fuma solo entiende que cuando no hay m'a, el humo es el mejor abrigo y el mejor consejo.

¿Esa de allá es la salida?
Gracias caballero, yo me quedo acá
No caballero yo nunca quise salir, yo quería era ver la salida para tener algo en que creer.
Así tema salir
Así no pueda salir

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Madrugada del 4 de noviembre del 2010

Se perdía por la ventana de una de esas cafeterías oscuras y frías dónde se sientan los hombres solos a tomar café, de esas de café hervido y cubos de azúcar. Ni el horrible olor a humedad, ni el cansancio que llevaba en su gabán eran suficientes para detenerlo del todo, su mente volaba en todas direcciones, estaba loca; así ningún cuerdo se lo imaginara al verle la cara a este pobre hombre, él estaba feliz, solo que no se movía, ya no tenía energías para hacerlo, entre las muchas veces que había tenido que levantarse del suelo y el mantener su atención en aquél libro que tenía frente a él, del que había perdido el interés días atrás pero no quiere aceptarlo, ya no tenía nada. Estaba cansado, cansado de todo, quizá de vivir, quizá de levantarse del suelo, quizá de él mismo.
Su mente esperaba ansiosa su llegada, la llegada de él. A ella no le importaba él, lo quería un poquito pero nada más, ella lo esperaba con ansias solo porque sabía, equívocamente como todo en su vida, que con él venía su turno de jugar, su turno de ser feliz. Con él venía esa estúpida idea que había perseguido toda la vida de ser alguien para alguien más que para sí mismo, creyó que él la pondría, por fin, en un pedestal así fuera chiquito en algún lado de su corazón, creyó que él la iba a necesitar y la iba a querer, y eso la hacía morir de orgullo.
Volaba lejos, iba y volvía y no paraba de gritar, era feliz.
Pero el cuerpo, sentado invisible y encartado en ese horrible lugar ya sabía cómo es la vida real (claro, es él quién lleva las cicatrices), llamó a mesera, quien casi no deja de ignorarlo, le pagó el café que ni tocó, sacó energías de no sé dónde, quizá del mismo lugar dónde guarda la resignación, se paró, ató su mente de pies y de manos y se fue, solo, de vuelta a su triste vida normal.

jueves, 7 de octubre de 2010

Octubre 7

Entró y no me vio, yo estaba escondido dónde me suelo esconder, en el rincón donde él me suele buscar, no me moví, no respiré para que no me oyera pero en el fondo esperaba ansioso que me encontrara. Cuando lo vi busqué sus ojos con la mirada, pero ellos le huían, sentí frío, sentí miedo, ahí me dijo algo que nunca supe, entre las muelas, así me hablaba él, yo no entendí pero lloré, luego dio la vuelta, le dije que lo amaba, lo grité con todas mis fuerzas pero él no me oyó… a él no le importó y se fue.

martes, 14 de septiembre de 2010

Septiembre 14

¿Cuando me convertí en esto?, ¿quién me dice? ¡Mierda! Soy tan gris.
Y mis sueños… ¿dónde están?
Ya crecí, ya aprendí a caminar, yo ya no sueño (gracias dios, GRACIAS, ahora todo es más fácil)
Soy un adulto ahora, uno más, como el resto, con la cabeza agachada y las resignaciones a cuestas. Y, ¿que mas da?, es el camino, es la vida.
Pero ahora ¿a dónde irá a parar todo lo que he hecho?, ¿y las miles de veces que he salvado al mundo? ¿y los miles de gatos atrapados en los árboles a los que les he salvado la vida? -……- lo sé, pero, es todo lo que puedo hacer, es mi mayor esfuerzo, tampoco cuenta ¿cierto?
Tantas batallas en pie, tantas veces que mis súper poderes no fueron suficientes, tantas veces que caí, tantas veces que lloré, eso tampoco cuenta ¿cierto?
Siempre lo intenté, una vez tras otra, pero si, tienes razón Vida, yo nunca aprendí a jugar y los intentos fallidos no cuentan.
Ya es hora de colgar mi capa y seguir adelante, hacia un adelante que desconozco. No sé hacia dónde voy, solo veo mis pies ponerse uno delante del otro y me rehúso a levantar la cabeza, no otra vez, me rehúso a seguir caminando.
Déjame acá, no quiero seguir, déjame salvar mi mundo, déjame intentarlo, déjame creer que puedo hacerlo, que todo está bien, que mi vida está bajo control, que mi capa me salvará, que con mis súper poderes bastará.
Déjame algo en que creer, algo a que aferrarme, dame esperanzas y ganas de seguir, dame algo para continuar el juego.